En la Edad Media Europea, la historieta en soportes como las vidrieras y los tapices sería mejorada en los manuscritos iluminados que pueden considerarse como los primeros libros de historieta. Las Cantigas de Santa María realizadas probablemente entre 1260 e 1270 por el taller de Alfonso X “el Sabio”, son consideradas como el manuscrito medieval más próximo a un cómic actual. Junto con la Biblia Maciejowski (norte de Francia, c. 1250) las Cantigas de Santa María, escritas en gallego, son la primera historieta con el texto al pie que posee viñetas, tiras y más de una página. A esto se le añade el sentido de lectura occidental y el formato de novela gráfica.
En la década del ‘40 comienza la que podría denominarse la "Época de Oro" de la historieta nacional, en la que se suman a las ya existentes las revistas Patoruzito de Quinterno (en la que comienza a dibujar "Vito Nervio", el futuro maestro Alberto Breccia); y otra que marchará a la vanguardia del humor escrito y dibujado por muchos años: Rico Tipo, de Guillermo Divito. Pero, fundamentalmente, el inicio de la época de oro lo marca la aparición y consolidación de la historieta "seria", "adulta", que le valdrá el mote de "literatura dibujada", y que se apoya en la fundación, en 1945, de la revista Intervalo, también de Editorial Columba, que viene a llenar el bache y completa el espectro que se da con Billiken, para los chicos, Patoruzito, para los jóvenes e Intervalo, para los adultos.
Aunque el valor de Intervalo es innegable, y en ella comenzaron a publicar sus primeras obras muchos de nuestros grandes dibujantes, la estética "quietista" de la revista le otorga una calidad artística cuestionable. Para ganar su prestigio de "adulta" la historieta que se publicaba en Intervalo se apoyaba casi siempre en modelos literarios, con ausencia por completo de guión, el cual se limitaba a reproducir textualmente o a resumir el texto original adornado con ilustraciones: un palabrerío que repetía casi siempre lo que las pocas imágenes ya mostraban, dejando incluso de lado el tan característico "globo" de los comics para utilizar sólo el epígrafe (reproducción del texto al pie de la ilustración) o largas tiradas de viñetas ocupadas sólo con palabras, sin dibujos. Aunque hoy parezcan aburridas, estas historietas que se apoyaban en la literatura tradicional y prestigiosa tenían un éxito tal que en 1951 Intervalo saca un suplemento semanal. Intervalo Extra, dedicado exclusivamente a adaptaciones de la literatura universal.
En los años ‘50 se afianza esta edad de oro, con la aparición de dos figuras fundamentales para la historieta argentina, que comenzarán a destacarse en los primeros años de la década y que, de alguna manera, iniciarán lo que después se conoció como "comic de autor": el guionista Héctor Oesterheld, que comienza a publicar en Editorial Abril, y el dibujante italiano recién llegado a
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